lunes, 23 de mayo de 2016

No al plan B

La incertidumbre es una de las peores sensaciones que nos pueden provocar. Hay atracciones de feria diseñadas para darnos miedo. Pero tenemos la certidumbre, la certeza, de que las atracciones de feria van a funcionar. No nos montamos si tenemos dudas. Esa certeza en que todo va a salir bien nos ayuda a hacer cosas que no haremos por peligrosas o por miedo.

Una de las formas de reducir la incertidumbre cuando hacemos un plan es tener un plan alternativo. Cuando hacemos planes para irnos de vacaciones podemos dibujar un plan B por si acaso el pueblo no nos gusta. Añadimos otro posible destino al mapa y ya podemos irnos seguros de pasarlo bien. Al planificar una ruta de senderismo podemos dibujar una ruta alternativa más larga pero menos inclinada. Incluso cuando queremos que un producto triunfe podemos tener otro en la recámara por si sale mal. Todos estos ejemplos reducen la incertidumbre y el nerviosismo al realizar un plan. Nos lanza al monte, a visitar un pueblo o a vender un nuevo producto.

Pero no voy a hablar de la incertidumbre. Voy a hablar del Plan B, del plan alternativo. Imaginemos qué pasa si no hay plan alternativo cuando llegamos a un pueblo. Buscaremos actividades relativamente relacionadas con el plan original. Si tenemos un plan alternativo abandonaremos más rápidamente el plan original y nos cambiaremos de pueblo. Lo que hemos logrado es aumentar la respuesta negativa a un evento que no tenía porqué ser tan molesto.

Imaginemos la ruta de senderismo. Pies cansados, sudor, dolor de rodillas. ¿Había otro camino? Tenemos la discusión casi asegurada elijamos el que elijamos. Al que le parezca larga la ruta larga y empinada la ruta corta se enzarzarán en una lucha sin cuartel. Todo porque al haber un plan alternativo no hay ningún compromiso en seguir el primer plan.

¿Y el producto? Cuando hay un plan alternativo una parte de la empresa estará deseando que algo salga mal para destacar. ¿De verdad es bueno tener un plan alternativo?

Unos investigadores de EEUU encontraron que tener un plan alternativo reduce la incomodidad de la incertidumbre. Pero que tiene efectos negativos. Los principales efectos eran que los que tenían un plan alternativo trabajaban peor que los que no y que trabajaban aún peor si no les gustaba el plan principal.

¿Qué hacemos cuando tengamos que planificar? Si es una cuestión corporativa habría que ocultar la existencia de planes alternativos. En el plano personal no hay que tener un plan principal que le guste a unos y uno alternativo que le guste a otros, todos deben estar de acuerdo en llevar a cabo el plan principal antes de tener uno alternativo. Si el plan alternativo ya nace como un reproche el mal rato está servido, mira que te lo dije.


Fuentes:


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